viernes, 4 de noviembre de 2016

Saga Sanctus Reach - Capítulo 2: Flatulencia lejana



Llega el segundo capítulo de la historia de la guerra sobre Alaric Prime. El mundo había sido tomado por los Orkos medioambientalistas cuando la contaminación provocada por el Imperio ya estaba degradando sus ecosistemas a niveles catastróficos. Tras cruentas guerras, los pielesverdes, bajo el mando de Grukk, apodado el "Patatero" por las riquísimas papas con mojo picón de Octarius que cultivaba y luego preparaba, se encargaron de repoblar el mundo con animales y especies autóctonas así como reforestando sus bosques. Esto no dejaría al Imperio indiferente. Seius Maculatum aprovechó la ocasión...

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A medida que los planetas de Sanctus Reach se derrumbaban uno tras otro ante el avance de las fuerzas de Seius Maculatum y su poderosa flota de guerra Skitarii apoyada por las fuerzas de represión imperiales, Alaric Prime se preparó para la guerra de la forma más ecológica posible. El planeta recibió ayuda de una flota cercana de Orkos hipsters adictos a las nuevas tecnologías y del planeta Edificus que albergaba un asentamiento de hippies flipados por el tema de los explosivos-semilleros. En poco tiempo el planeta se había fortificado con maderas obtenidas de bosques adaptados para ello y con piedras sin tratar, a la espera de la eventual invasión, aunque las rencillas entre las fuerzas Orkas por los eslóganes y las repercusiones naturo-centristas habían hecho mella en los pielesverdes de Alaric Prime...

El primer aviso que Alaric Prime tuvo de la amenaza de Seius fue durante el equinoccio de primavera semanas antes del día en el que llegaron, cuando los drogotas Orkos, o eztrambótikos, sufrieron un chungo en medio de sus habituales cuelgues. Vomitaron ectoplasma verde durante aquella horrible experiencia, cubierto de trazas de muesli y otros derivados de cultivo biológico; descalzos, se apresuraron a recorrer los pasillos de la base de Grukk hasta la alcoba de su líder, el temido Patatero. Los drogotas balbuceaban cada vez más alto pisoteando las palabras del otro cada vez mientras los escalofríos recorrían sus cuerpos, hasta que Grukk les mandó callar con sendos guantazos pues sus gritos rompían el orden natural del pinzón alarico de unos árboles cercanos, quebrando sus delicados ciclos de sueño. Entonces ambos coincidieron en sus balbuceos: relataron que miles de voces repletas de frases prepotentes y toses provocadas por el tabaquismo se unían en un solo grupúsculo de ruido interminable, como si fuera una comida familiar española de toda la vida. Sus espasmos empeoraron y al poco ambos se encontraban sufriendo sueños febriles. Tras retirarles los porros y demás alucinógenos, Grukk ordenó que les administraran remedios homeopáticos y pensó sobre lo que había podido significar aquello.

Cuando se tomó en consideración la importancia de dicho relato, Grukk casi entró en pánico, pues todos los jefes Orkos temen que a sus drogotas les de un chungo, pero la idea de volver al catre aún recorría sus pensamientos... cuando le daba por pensar. Entonces le dió por encender la tele y vio que sus drogotas no sólo no habían detectado una invasión imperial si no que además estaba dirigida por una serie manípulos ciborg dirigiéndose a su posición. Esa noche Grukk descubrió que a pesar de no ser muy listo, el Imperio tampoco debía de serlo demasiado, pues anunciaba sus invasiones días antes en la televisión pública de Alaric Prime.



ALARIC PRIME

El planeta conocido como Alaric Prime se hallaba sumido en tradiciones y protocolos retrógrados como cualquier otro mundo Caballero, y además porta la lacra de haber soportado miles de años con un sistema de leyes descuidado. Sobre-explotado y contaminado, el mundo era casi un erial muerto. La mayor parte de la superficie de Alaric Prime está cubierta de una solución viscosa y sulfurosa más profunda que los propios mares. El continente principal del planeta se conoce como la Isla Sagrada y todas las islas que la rodean son el dominio de las fábricas de carbón y plástico en ruinas. Las islas que forman el resto de territorio habitable son poco más que penitenciarías para los pocos supervivientes que todavía siguen sin tirar los envoltorios de comida en los contenedores de reciclado correspondientes.

Ahora el mundo es propiedad de los Orkos, que han logrado restaurar un gran porcentaje de la fauna local y devuelto el agua potable a las grandes ciudades, aunque todavía les queda mucho trabajo por hacer. Entre festivales para recaudar fondos y eventos de running adaptados a minusválidos fomentados por los Orkos, el proyecto puede sostenerse. Pero la inminente invasión imperial sobre Alaric Prime hace peligrar aquello en lo que Grukk ha invertido tanto esfuerzo.



Manifestación que acabó en batalla campal


UN MUNDO TRANSFORMADO

Un mes repleto de tensiones pasó; los colibrís estaban sufriendo por culpa de una especie invasora de petirrojo traído de la zona sur del continente por unos gretchins descuidados y eso no estaba ayudando a calmar las tensiones medioambientalistas de Alaric Prime para hacer frente al nuevo enemigo, el Imperio opresor.

Cuando los barrios chabolistas estaban a punto de comenzar una guerra de manifas entre ellas, un mensaje llegó a los principales pueblos en forma de panfletos de papel reciclado. En su firma estaba a nombre del Castellano Stein, un comandante de las fuerzas de Cadia encargado de reforzar aserraderos y plantas de producción química, y que dirigía a las tropas de la Guardia Imperial, estando subordinado a Seius Maculatum. Aunque habían llegado tarde para unirse a la misión principal, cosa típica de Cadia, habían logrado adelantarse a la vanguardia de las naves Skitarii y llegaban para abalanzarse sobre las defensas de Alaric Prime. De camino a Alaric, los cadianos habían parado a repostar y hacerse con un cargamento adicional de pipas de sabores raros; era una de las pocas cosas que mantenía cuerda a la tropa cuando combatían en el infernal frente de las batallas.

A menos de dos semanas para el desembarco de los cargueros del Astra Militarum en el planeta, Alaric Prime se había transformado. Cada una de sus ciudades, fortalezas e islas prisión era ahora un vergel: repleto de huertos ecológicos sostenibles que no tenían impacto en el medio ambiente, la atmósfera estaba asombrosamente limpia y el agua volvía a ser transparente en algunas zonas. Los regimientos de disciplinados soldados observaban atónitos e incrédulos aquellas imágenes mostradas en las holopantallas. ¿Cómo era posible que aquellas inmundas bestias se atrevieran a hacerle eso a su mundo? Lo pagarían muy caro.

Las naves del las fuerzas imperiales se aproximaban y lo que los Orkos sintieron fue el resonar... como de una flatulencia lejana.


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